Rudeza innecesaria

Entiendo de fútbol americano  lo que veo: dos equipos se golpean y corretean buscando parar a quien tiene la pelota, y evitar el avance contrario.  No es un deporte amable, por decirlo de alguna manera, sino uno rudo, de contacto, y en ocasiones, violento.

Y en esos momentos  tan agresivos, cuando un jugador es interceptado y tumbado peligrosamente, es cuando el árbitro principal saca su pañuelo y dice: rudeza innecesaria. Es decir, la jugada pudo haber sido de otra manera . No era necesario hacer eso. Y viene un castigo.

Y hace unos días escuché a una persona hablando a otra con eso, rudeza innecesaria. En sus palabras había verdad en cuanto a la existencia de una falta, de un descuido. Pero también había una clara intención de causar daño, más que de buscar corrección. De ofender. Humillar.

Si Dios nos lanzara pañuelos para castigar nuestras rudeza innecesaria.. ¿cuántos tendríamos? ¿Uno, dos en la mano? ¿O estaríamos sepultadas bajo toneladas de pañuelos de advertencia?

La Escritura tiene mucho que decir sobre nuestra forma de hablar, sobre lo que decimos y cómo lo decimos. Y creo que por aquí hemos conversado sobre la lengua, ese mundo de maldad que con demasiada frecuencia saca agua amarga y agua dulce sin medir. Y como hijas de Dios, estamos llamadas a buscar honrarlo con mi manera de hablar, que acaba siendo, muchas veces, la forma en la que me relaciono con otros, y en la que además, puedo dar , o no, un testimonio cristiano eficaz, que honre al Señor.

Porque por tus palabras serás justificado, y por tus palabras serás condenado.

Mateo 12:37

Job supo claramente lo que la rudeza innecesaria significaba, aunque ni remotamente se imaginara el fut americano…

¿Hasta cuándo angustiareís mi alma y me molerás con palabras? Job 19:2

Ahí estaban los hombres que se llamaban sus amigos, listos para regañarlo, juzgarlo y condenarlo. Ciertamente lo que sucedía  era la soberana voluntad de Dios para el paciente , santo e inocente Job.. pero en las palabras de esos hombres, no había ni medio gramo de gracia, ni una pizca de misericordia.

¿Pensamos que una persona mordaz , sarcástica, y ofensiva en sus palabras es divertida? ¿Festejamos las palizas verbales a otros?

¿Cómo vamos tú y yo?  ¿ Qué dice mi familia? ¿Cómo reacciono ante la falla de los demás? Se que soy rápida para criticar con amargura, juzgar con dureza, y poner cargas en otros que ni yo misma puedo llevar.. y se que mis palabras no son como manzana de oro con adorno de plata, ni esta sazonada con la sal de la gracia recibida.

Y creo que no se trata de callar ante lo que no está correcto; corregir a los hijos, llamarles la atención y disciplinarlos cuando están actuando mal. Y aún, cuando no están respondiendo a lo que dice la Escritura, rechazando al Señor y quizá despreciando el consejo.

Pero yo soy responsable de cómo reacciono ante el elogio, o ante el ataque.

Besados serán los labios de del que responde palabras rectas.  Proverbios 24:26

Si la  boca se coordinara mejor con el  cerebro , habrían muchas ofensas que se pudieran haber evitado. Si no nos atropellara la ira, el deseo de llamar la atención, el afán de establecer mi «calidad» moral y espiritual, habría menos relaciones interrumpidas por esa rudeza innecesaria que nos aleja del otro.

El Señor Jesús, uso sus palabras con algo de rudeza. Con ese sacudón necesario , necesario para que los ojos de los pecadores fueran abiertos a la verdad de Su misericordia. Todo lo que dijo sobre hipócritas, víboras, mentirosos, fue verdad. No sonó amable. No. Pero tampoco Cristo usó sus palabras para hundir en el fango al que con sinceridad deseaba arrepentirse y venir a Él.

¿Qué tal tú y yo? ¿Extendemos gracia… o la ley del hielo? ¿Recordamos nuestro pasado muertos sin Cristo, extraviados de Él?

Yo sé que tengo un Dios de misericordia que quiere eso, misericordia. Que no mira mis obras, sino un corazón que se deshaga en gracia a favor de otros. Sé que el Cristo que es Rey, reina con justicia, pero con misericordia. Y busca hasta el último minuto al pecador, para traerlo a ÉL.

Se que la palabra de Dios está llena de Su consejo para ser hacedores de Su palabra, no oidores olvidadizos. . Se que mis palabras pueden reflejar y mostrar el amor de Dios

Las palabras de Jehová son palabras  limpias, como plata refinada en horno de tierra, purificada siete veces. Salmo 12:6

Y se que el Espíritu Santo me ayuda a que mis palabras dejen de ser rudas, turbias, hirientes, y transformarlas en palabras que aún en lo difícil de la verdad ante el pecado, estén llenas del limpio deseo por honrar a Dios, refinadas por la aflicción propia y el consuelo recibido en ella, y purificada por el recuerdo de que mi condena ha sido quitada por la amorosa entrega del Verbo Encarnado, la Palabra de Dios hecha carne.

Que nuestras palabras estén llenas de  Su gracia, totalmente necesaria.

 

 

 

 

 

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