La visión que se me olvida.

Ese es le panorama que se ve desde mi escritorio, desde mi compu. Buena parte del primer año de la pandemia, me la pasé bordando el cuadro que ves arriba. A punto de cruz, claro que sí. Y en esos días tan inciertos, tomar mi telita , mi aguja, y los tonos de azul, cada puntada la daba orando al Señor por todo lo que sucedía en esos tiempos de angustia . Por mi mente, pasaron una y otra vez las necesidades del momento: desde el sustento diario – la comida, pues- hasta cada uno de mis amados,familia y amigos, presentados y entregados al Señor.

Eran momentos que disfrutaba y mucho.La rutina diaria trajo una lentitud que se agradecía. El mundo se detuvo en seco, y nos enfrentó a mirarnos de nuevo. Como creyente, como hija de Dios, fue un tiempo fructífero, pero no exento de pruebas. La quietud obligada produjo – estoy segura que mi familia no es la única- grandes y hermosos cambios en cada uno de nosotros. Dolorosos algunos, pero liberadores en la Verdad que nos hace libre.

Por pura gracia de Dios, la pandemia aunque no ha desaparecido del todo, sí ha disminuido de tal manera que nuestras vidas han regresado al ritmo loco de correr como si fuera necesario.

Y ayer pasaba frente a mi compu, frente a mi escritorio, y recordé, más que el tiempo feliz de bordado, recordé que cada una de esas letras, fueron en su momento, una declaración de confianza en el Señor. Mas que una declaración, una afirmación.

JIREH.

El Dios que provee, el Dios que da, pero más que nada el Dios que se ha dado a Sí mismo, para que nosotros recibamos de Su mano, toda buena dádiva, y todo don perfecto.

Y la tendencia mía es pensar en cosas materiales, primero. Y las pienso y agradezco Su cuidado. Pero también, y más importante que nada y nadie, es Su precioso regalo en Cristo Jesús.

Los meses que han transcurrido de este año, 2023, han sido pesados. Las situaciones con mis padres, me han llevado a hacer, hacer, hacer, como si yo fuera la única respuesta a sus necesidades en la vejez y de pronto, por la pura gracia de Cristo, me encuentro conmigo misma, cansada, rumiando una y otra vez mis actividades, y corriendo de un lado a otro con la velocidad que da la desesperación de pensar que en mí están las respuestas a todo. Para todos.

Es sorprendente lo necia que puedo ser. Pero hoy aquí sentada, viendo la hoja en blanco, sabiendo que el blog languidece y que el don que me ha sido dado, se desperdicia, mire hacia arriba y me encontré de nuevo con la respuesta a toda búsqueda,

JIREH.

Alzaré mis ojos a los montes;

¿De dónde vendrá mi socorro?

Mi socorro viene de Jehová,

que hizo los cielos y la tierra.

Salmo 121:1-2

¿Cómo es posible que olvide esto? ¿Cómo, cuando hay crisis en casa de mi papá, en las madrugadas , en las tardes largas, se me ocurre todo menos alzar mis ojos al Dador?

Levanto la vista hacia las montañas;
    ¿viene de allí mi ayuda?
¡Mi ayuda viene del Señor,
    quien hizo el cielo y la tierra! Salmo 121 1:2 NTV

Él no permitirá que tropieces;
    el que te cuida no se dormirá.
En efecto, el que cuida a Israel
    nunca duerme ni se adormece.

Mi capacidad y fuerza, son más que limitadas. Fallo con facilidad y frecuencia, pero, perooooo, Su gracia me permite NO permanecer en el tropiezo. Su Espíritu, que celosamente anhela a los suyos, nos muestra que es Bueno el Dios que nos cuida de abrazar condenación, en lugar de honrar y agradecer Su gracia.

El Señor te libra de todo mal
    y cuida tu vida.
El Señor te protege al entrar y al salir,
    ahora y para siempre.

No hay un solo ser humano que no experimente angustia e impotencia. Eventualmente, todos pasaremos por ahí, con mayor o menos grado de dificultad en esos tiempos difíciles. Pero en Su gran amor con que nos amó. mi Señor se muestra Fiel para dar Su presencia, aún cuando ni siquiera la pedimos. Cuando olvidamos Su poder, y la bondad en todo lo que Él provee.

Cuando dice que libra de todo mal, no es como yo interpretaría las cosas: una vida sin la menor complicación. Sin sufrir. Me encantaría, pero no.

Jehová Jireh da Su provisión necesaria para llevar nuestro corazón y vida a más de Cristo. A recordar que somos uno con el Siervo Sufriente, Salvador de mi alma. Y eso no es nada más un deseo, sino la Fiel palabra de Dios de que Su voluntad es Buena, y lo que Él da, lo necesario para nuestra alma.

Muchos dolores vendrán. Lo sé. Lo estoy viviendo ahora. Pero Jesús ,a Tí alzo mi vista. A Tu gracia y favor. A Tu bondad y consuelo, al gozo que Tú eres, y al gozo que en tu bendita providencia, das.

Alabado seas, Jireh!

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